“La música, un proceso sin fin”: Vladimir Ashkenazy

culturaAlguna vez Vladimir Ashkenazy manifestó su gusto por vivir en Gran Bretaña y mencionó su “gran tradición de apoyar a la música”. Consideraba que también existía en Alemania, pero que su “alta cultura era venenosa. (Theodor W.) Adorno era como unführer que explicaba la música a los muertos. Para mí no es así. Creo que la música se conecta con nuestra existencia. La música es un misterio”.

Al pedirle abundar sobre esta frase, el director ruso —quien dirigirá a la Philharmonia Orchestra de Londres en el Centro Nacional de las Artes y en el Auditorio Nacional los días 8 y 9 de septiembre— responde a MILENIO por correo electrónico: “¿Cómo puedes ser específico sobre el misterio? Es muy difícil describir con palabras el increíble regalo que nos han dado los grandes compositores, desde Bach hasta nuestros días, y la riqueza apabullante del mensaje que la gran música tiene que ofrecer. Espero que enriquezca nuestra vida y sea patrimonio de la humanidad el mayor tiempo posible”.

Pianista de gran trayectoria, pero que por problemas de salud dejó el instrumento y se concentró en su desempeño como conductor, Ashkenazy asegura que no puede aportar ningún elemento nuevo al describir las responsabilidades de un director de orquesta. Pero asegura que “tienes que transmitir tus ideas a la orquesta y asegurarte de que tus esfuerzos y tu mensaje sean claros”.

El músico, que por motivos políticos tuvo que dejar Rusia y nacionalizarse islandés, asegura que hablar sobre sus cambios de concepción sobre la música desde que dejó su país, en 1963, es responder “a una pregunta bastante difícil. Obviamente, mientras un ser humano enfrenta todas las experiencias y riquezas de la vida, es inevitable que esto impacte en lo que uno hace en una profesión tan elevada como es tocar música. Es un proceso sin fin en el que uno está descubriendo ángulos nuevos y formas de comunicar el mensaje espiritual de los grandes compositores en el nivel más alto posible”.

— Como pianista grabó muchos e importantes discos. ¿Qué significan para usted?

— Nunca les insistí a las compañías en grabar alguna obra; siempre he grabado lo que realmente sentía que era capaz de tocar y cuando pensaba que realmente podía hacer justicia a la música. Fui muy afortunado por tener la posibilidad de grabar mucho y que varias grabaciones fueran exitosas, algo por lo cual estoy inmensamente agradecido. Las grabaciones son una gran lección: de ellas aprendemos cómo mejorar y entender mejor la gran música.

—Alguien dijo: “No hay malas orquestas, sino malos directores”. ¿Qué piensa?

—Es una pregunta muy vaga. Ciertamente hay directores excelentes y aquellos que no dirigen terriblemente bien y eso aplica también a las orquestas… ¡Así es la vida! La pregunta de qué hace a una gran orquesta o un gran conductor es muy difícil de contestar. Primero, por supuesto, es esencial que todos los músicos posean un nivel muy alto de habilidades y un alto grado de educación. Para mí, las mejores orquestas son las que tienen integrantes completamente comprometidos con hacer música del más alto estándar posible, que están completamente inmersos y dedican su vida a su profesión.

—¿Piensa en usted como un ruso o como un artista sin nacionalidad por haber cruzado todas las fronteras a través de la música?

— Por supuesto que me considero ruso. El concepto de la pertenencia nacional a cierta área existe todavía, aunque el mundo se está volviendo más y más unificado. Sin embargo, hoy en día podemos tener acceso de manera tan fácil a cualquier rincón del mundo y a cualquier aspecto de diversas culturas, que es más y más difícil hablar de la pertenencia de uno a cierto país. Yo solo trato de absorber lo más que puedo de diversos países y culturas, y lo estoy disfrutando enormemente.

Riqueza apabullante

Vladimir Ashkenazy asegura que podría escribir un libro entero sobre el papel de la música en la sociedad, pero que “la música tiene tanto qué ofrecer, que las palabras no son suficientes para expresar el goce que nos da, la riqueza apabullante del mensaje que la gran música tiene que ofrecer y la percepción que este gran logro de la humanidad provee para el entendimiento de nuestra propia existencia. La gente que finalmente encuentra el camino para entender esta gran música, y que la hace parte de su vida, se beneficia de ella espiritualmente a un grado tan alto que casi no puede obtenerse de ninguna otra forma”.

El director está de acuerdo en que la música creativa en general no tiene el reconocimiento que debiera. “Es muy desafortunado que siempre sea problemático mantener funcionando las grandes orquestas. Los músicos necesitan trabajar mucho para ganarse la vida y tengo la esperanza de que siempre habrá quienes apoyen a los músicos y a las instituciones musicales”.

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