El tiempo de los ciudadanos y el de la 22

planton s22Por Horacio Corro Espinosa

Fotonoticias.com

Desde hace miles de años la gente siempre se ha preocupado por saber qué es el tiempo. Se han escrito libros gruesos y delgados, se dan conferencias, se hacen películas, en fin, se han hecho miles de cosas para tratar de demostrar lo que es el tiempo.

Y mientras todos buscamos aquí y allá y suponemos lo qué es el tiempo, él, se nos pierde, se nos va dentro del mismo tiempo. Lo peor que nos sucede con el tiempo, es que se nos escapa por los poros, por los ojos, por el pelo… Nosotros mismos somos tiempo. Conforme atravesamos los días, vamos transpirando tiempo.

Podemos ver nuestro sudor, nuestras lágrimas, pero la secreción de nuestro tiempo nadie lo pude ver ni oler ni sentir porque no duele. Si el tiempo lastimara como un rasguño, tal vez, le prestaríamos interés y le daríamos un valor. Como nada de eso tiene el tiempo, lo despreciamos de la manera más tonta y lo malgastamos cada día.

Para despilfarrar el tiempo no se necesitan estudios ni cursos ni especialidades. Simplemente, cualquiera se puede titular con la condición de fabricar con el tiempo nada, decididamente nada.

Hay personas que cuando le pregunta una a otra: ¿qué haces? El otro responde: nada. Ah, pues te ayudo. Y los dos se ponen a matar el tiempo sin saber que realmente el tiempo es quien mata a ellos.

Hay una frase que dice “El tiempo es oro”. Esto quiere decir que no debes dejar al tiempo el trabajo que puedes hacer hoy. El tiempo pasa y tiene la soberanía de ejercer una acción que puede convertirse en dolor o en alegría. Nos puede ayudar a acercarnos a una maldición o a realizar nuestros sueños. Ésa es la oportunidad diaria que nos da el tiempo.

A mucha gente no le importa el tiempo porque su futuro lo tiene comprado, hagan o no, algo productivo.  Esa gente siempre va a tener resuelta su economía de mañana y de pasado mañana. Ellos son los maestros de la Sección XXII. Ellos son los que en este momento están echados en el zócalo de la ciudad de Oaxaca, sin hacer nada.

Parece que ellos nacieron marcados para no hacer nada, para no preocuparse por su futuro. La maldición o la bendición, no lo sé, en ellos permanece de generación en generación. O al menos por eso luchan sin hacer nada.

Desde hace 30 años, ellos saben que tienen el dominio sobre el tiempo. Ellos tienen el poder para atarnos o para quitarnos las cadenas del tiempo cuando a ellos les place. El mismo gobierno de Oaxaca, les ha hecho creer que en la empresa donde ellos laboran, no es tan importante producir algo notable o ejemplar este día, ya que para ellos no existe el tiempo.

Los de la Sección 22, pueden disponer de nuestro tiempo, y por consiguiente, de nuestra vida. Si por mala suerte salimos a la calle y ese momento los encontramos atravesados en nuestro camino, desgraciadamente nos convertiremos en sus víctimas, y seremos traspasados por sus dagas sin tiempo. A los oaxaqueños, así nos han moldeado a lo largo de 10 mil 950 días. En ese tiempo nos han amargado y nos han secado los huesos.

Los que conocemos el valor del tiempo, nunca vamos a poder entablar con los de la Sección 22, un acuerdo porque hablamos diferentes idiomas. La palabra tiempo no tiene traducción para ellos. Por más que se ha buscado un signo, un símbolo, algo que represente el tiempo para ellos y entiendan que cada momento del día lo apreciamos, lo valoramos y, por lo mismo, queremos que no nos lo quiten, que no nos lo secuestren en cada esquina de la ciudad.

Para nuestra desgracia, ellos actúan así, sin darle valor al tiempo porque no saben de eso. Y como no lo saben no lo aprecian, no le tienen gratitud. Su naturaleza los hace ser holgazanes de nacimiento, ociosos por naturaleza y flojos por necesidad.

 

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